Son numerosos los gases de origen antropogénico que afectan al cambio climático y contribuyen a producir el efecto invernadero. Entre ellos, el más conocido sin duda es el dióxido de carbono (CO₂), que se ha convertido en el principal compuesto a reducir en la lucha contra el deterioro del medioambiente desde 1997, tras la aparición del Protocolo de Kioto.
Desde entonces ha sido creciente la preocupación por frenar el cambio climático, y variadas las medidas adoptadas (desde crear sumideros de carbono hasta mecanismos de desarrollo limpio). Gracias a una de estas iniciativas se ha elaborado un indicador que mide las emisiones de gases de efecto invernadero de las diferentes corporaciones y administraciones durante el desarrollo de su normal
actividad, para cuantificar su contribución a la lucha contra el calentamiento global y señalarlas como entidades socialmente responsables ante el público, lo que además sirve a la ciudadanía para desarrollar prácticas más sostenibles.